Descansa sobre las frazadas cálidas, recuerda un poco su niñez en otro lugar, lejano quizás, pero cercano a la vez en su mente y su corazón.
No está solo y lo agradece. Ayuda en lo que puede mientras se ayuda a sí mismo. La música lo llama y conversa con los demás acerca de lo que oye y siente. Una sensación bastante agradable previo a seguir su rumbo. Desea llegar más lejos y sabe que lo hará, pero ya no está ansioso.
Descansa, escribe y se relaja. No necesita nada más. Al día siguiente se despide, da las gracias y se va.
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