Monday 24 September 2012

Decisión.

Hoy, he tomado una decisión por mí. Una decisión clara para mí, para mi yo interior y para mi felicidad.
He decidido dejar Valparaíso hasta nuevo aviso. He decidido dejar mi hogar, mi familia y mi gente, mis cercanos, mi ciudad y mis calles para irme al sur, donde creo encontraré la experiencia que me falta para seguir adelante en esta historia.

Ha sido difícil semana, muchos acontecimientos y situaciones han poblado mi mente y me han hecho pensar en lo que realmente busco de mí, en lo que realmente quiero de mí y en lo que realmente quiero para mí y mi felicidad.

Quiero conocer y reconocer que estoy haciendo las cosas bien. Que no estoy haciendo cosas por depender de otros, ni hacer sonreír a los demás por quedar bien en algo. Quiero hacerlos sonreír porque sabrán que yo soy feliz y porque yo sonrío.

Dejaré mi trabajo, que tiene el mejor ambiente que he visto en mi vida, personas que se han portado un 7 conmigo, gente que me conoce de hace tiempo y una vista espectacular cada tarde. Lo dejaré porque necesito hacer esto. No quiero que se queden con la idea que estoy sintiendo un desapego laboral o que han hecho algo malo, porque no es así.

Dejaré a mi familia. Mi hermana, por la cual llevo su nombre en mi espalda como sello protector. Mi madre que aún cuida de mí y mi padre que todavía, aun yo trabajando, accede a pagarme cosas por sentirse responsable con quien escribe. Mis abuelas, que espero nada malo les pase en mi ausencia. Mis primos y tíos que siempre han estado ahí para darme apoyo en todo. Cuento con ellos para lo que estoy haciendo y eso me da más fuerza para concretarlo.

Dejaré la mitad de mi vida en esta casa. Mis revistas, mis juegos, algunos libros, la música, la comida y esta herramienta de comunicación con sus ojos: mi computadora.

Dejaré a los amigos y conocidos que me han acompañado durante largos y tantos recuerdos. Mis mejores amigos y hermanos, a mis pañuelos de hombro, a mis compadres de cigarros y uno que otro vaso. A mis amigos de juegos y entretenciones, que me conocen tanto como los que tengo a mi lado cada fin de semana.

Los dejaré por un tiempo que aún no tengo definido, por un tiempo que si se alarga demasiado, creeré que el sur solamente me ha abrazado lo suficiente para hacerme suyo, tanto como Valparaíso lo ha hecho estos 25 años.

Prometo seguir escribiendo. Prometo no olvidarme de nadie. Pero lo que no prometo es dejar esta oportunidad de lado.

Espero que este sea el cambio necesario, espero que el arriesgarme a hacer esto sea lo adecuado. Tengo la confianza y creo en que así será y me verán nuevamente caminando por esta ciudad, con la cara llena de alegría, de regocijo por haber vuelto y con las ganas que necesito darme para seguir adelante.

Aún no me despediré, porque el plan está previsto para comienzos de noviembre. Este es sólo un aviso para que se vayan preparando. Sé que también los echaré más que de menos. Sé que me harán mucha falta. Pero quiero sacrificar eso para poder entenderme y encontrar el camino que he buscado por tanto tiempo.

No creo en la suerte. Pero si desean dármela en este viaje que se viene, las aceptaré con gracia y aprecio.

Gon.-




Friday 21 September 2012

Fight with an alter ego.

No hay forma, método, situación o contexto, suceso o acontecimiento, conversación o discusión, viaje o atajo, petición o encuentro... no existe fuerza suficiente ni carga en la balanza para llegar a ti. 

FIN.

Sunday 16 September 2012

Chinita.

Una chinita me ha visitado también.

Friday 14 September 2012

Hoy defiendo mi tesis.


So… eso.
Probablemente, cuando vuelva a escribir algo acá, sea un titulado más de este país llamado Chile y, bueno, tengo una resolución. Cosa que muy pocas veces hago cuando termino algo. Pero eso.
Primero, es bacán darse cuenta de lo importante de ser un estudiante cuando entras a la universidad. Mi historia es algo cuática, ya que estudié Castellano 3 años en la PUCV y me salí porque encontré que mi vocación no estaba inserta en esa área, al fin y al cabo, me quedé con las letras y las enseñanzas de todas formas. Di la PSU de nuevo. Entré a Técnico Universitario en Informática en la UTFSM y ahí estudié otros 3 años más. Por temas de paros y tomas, egresé en Abril de este año y en unas horas más probablemente me titule, lo cual me deja conforme con lo que he hecho en mi vida estudiantil, pero no satisfecho.
He soñado con volver a estudiar otras cosas, como lo que me mueve más que cualquier tópico: la Astronomía. También me gustaría volver a terminar Castellano. Pero son cosas que se van a ir dando a lo largo de mi vida y para eso necesito trabajar. 
Y en base a eso, quiero agradecer a la gente que me ha acompañado durante estos años. A mis compañeros, a mi familia que puso gran parte de su dinero durante un par de años, para luego pedir crédito (y encalillarme antes de salir de la U) y salir adelante como lo estoy haciendo hoy. También darle gracias a los profesores, aunque suene chupa medias y weás. Gran parte de ellos son los que confiaron su tiempo y su conocimiento sin desmerecer a quién lo compartían, y en esto englobo a tanto profes de la Cato como de la Santa María, con los cuales he compartido una fase importante para mí en mi vida.
Dar gracias a los amigos. Los más fieles y que te apañan en todo. Nombrarlos sería un descaro porque siempre falta alguno, pero cada uno sabe quién es. Incluido en este grupo está mi clan, Ashes of Champions (WoW, D3, LoL, GW2, etc, etc) que también han sido re fieles y me han apañado caleta, tanto en mi vida personal, aunque no lo crean, como en mi mundo de pixeles y sangre virtual.
A las 2 mujeres que amo. Mi madre y mi hermana que me han sabido criticar y acompañar en todo momento. A mi padre que a pesar de tener nuestras diferencias jamás dejó de lado su responsabilidad ni su confianza conmigo.
También a una persona muy especial, que me ha escuchado, leído y acompañado a su manera durante sueños y noches de insomnio, pero siempre con la música al lado. Me ha hecho conocer un poco más de mí y también un poco más de lo que realmente quiero en esta vida. 
Y finalmente y no menos importante a la gente de Elun, mi trabajo actual. Se han portado un 7 conmigo, no me puedo quejar de nada. Gracias por darme la oportunidad de ocupar un puesto en esa oficina que a veces parece más happyland  con parque airsoft Nerf que Elun.

Monday 10 September 2012

El error.

Es necesario tener presente que en la vida, a pesar de que muchos lo saben, las cosas se pueden volver totalmente opuestas a cómo las esperamos.

Nuestros actos, nuestras decisiones, nuestros hechos, palabras y pensamientos se salen del camino y caen por la borda del barco que tanto nos ha costado lanzar al mar. Las olas se ponen cada vez más fuertes, la comida escasea, la tripulación te va dejando a medida que llegas a diferentes puertos y uno, como nunca, lo terminan dejando solo.

Varias veces nos arrepentimos tarde de situaciones o acciones. Varias veces quisieras transformar el barco en una máquina del tiempo y hacer cambios que no tienen remedio, pero aún te sentirías con el peso de la conciencia afectando la realidad de otros.

Los "que hubiese pasado sí" rellenan los sueños, los recuerdos, los pensamientos y se transforman en pequeñas pelusas adheridas a la ropa que utilizamos a diario. Ropa que a medida que la lavamos también se va desgastando.

Finalmente piensas en ti y ya no en los demás. Recibes lo que los factores ejecutados resuelven dentro de la ecuación y ese resultado no es siempre el mejor para todos. Te pesa, te llega, te apenas y ya no hay vuelta atrás. Despiertas con el sentimiento de arrepentimiento, la música se vuelve monótona, el sol te molesta y el frío parte la frente y los labios al pensar y hablar de esos temas.

Palabras claves te enojan, nombres se vuelven piedras de zapato, para luego negar una realidad y decir que todo da lo mismo tragándote la rabia, la pena, la mierda de todo tu pesar por la culpa de uno mismo, y de nadie más.

Dejamos de lado con el tiempo todo eso. Algunos cigarros, algunas salidas, algunos viajes, algunos escritos.
Conversaciones para zafarse de a poco y botar la basura de diferentes formas para irse limpiando. Pero por más que barramos, el polvo queda esquinado, las pelusas quedan pegadas, la memoria jamás se olvida del pesar.

Cometer errores nos hace tener más experiencia de vida. Pero muchas veces la experiencia no es suficiente para no caer dos veces con la misma piedra o con una que se le parezca.

Friday 7 September 2012

H. el viejo 2.

Q. enfrentó su miedo y lo reconoció en su momento. Fue difícil para todos estar presentes sabiendo todo. Pasó un año después de la guerra. Un año completo y unos cuantos días. La ciudad descansaba, los viejos estaban muertos, los nightstalkers rendidos y algunos erradicados. Todo marchaba bien, excepto por esto y por el caso jamás resuelto de las gemelas del hotel.

Es tu padre, Q, le dije. Su cara se desfiguró completamente y sus manos tiritaron. De un momento a otro comenzó a tomarse la pierna afectada después de unos 25 años. Hizo una mueca de dolor, odio, vergüenza, y rabia. Todo combinado con un especial sonido de arrepentimiento con la boca cerrada. B. lo miraba atento. P. se tapaba la boca. Yo estaba atónito y avergonzado también. Es raro quedar en el centro entre dos fuerzas que chocan después de permanecer totalmente opuestas, separadas y distantes por tanto tiempo. Se siente como ser arrollado por dos contenedores de puerto hechos de algún material magnético atraídos solamente por sus polaridades diferentes. Unos inmensos magnetones de una tonelada.

D. lo miraba con su cara seria. Ni si quiera estaba seguro de que fuera él, a pesar de que la energía del momento se lo refutaba. Dio un paso, a lo que Q reaccionó en sentido inverso, acercándosele también. Me salí de la línea de fuego para mostrar el brazo de D. extendiéndose a mi lado derecho. Recuerdo que D. dijo algo en voz baja, algo que me dio tranquilidad, lo recuerdo vagamente, pero sé que dentro de esas palabras, me había dado las gracias por cuidarlo.

Me retiré completamente cuando estuve seguro de que Q. no sacaría una pistola cargada y la vaciara en la cara de su progenitor, sabiendo todo lo que había hecho, todo lo que había generado, toda la pena acumulada y las infinitas veces que deseó decirme padre a mí en vez que a D.

La pequeña pero significativa junta culminó con un abrazo lleno de lágrimas. P. lloraba antes de ese evento, pero yo me las aguanté hasta ese punto. Ni el último cigarro que me acompañaba esa tarde me hizo salir del mar de pena y nostalgia que nos invadió.

Estábamos vivos. Los mismos de siempre. Los que desde pequeños crecimos juntos y vimos crecer a los nuestros, vimos crecer al pequeño que abrazaba a su padre, para muchos muerto, pero secretamente escondido en el país vecino. 25 años de casos, de lucha, de policías, de cambios, de edificios, de desencuentros, de extraños, de balas, de patrullas, cigarros, cafés... 25 años de búsqueda y finalización de  lo más hermoso y terrible de mi vida.

Difícil también era creer que D. estuviese ahí. Trabajando a la par con nosotros y con los viejos. La policía estaba en deuda. Yo estaba en deuda. Y el mejor pago que pude hacerle, fue entregarle a su hijo vivo, después de esos 25 años.

Celebramos en el café. Fui el primero en retirarme. Y al salir, recordé que no tenía donde llegar, más que a mi real casa. Volví con mi señora. Volví con mi hija. Pedí las disculpas necesarias y me aseguré de jamás volver a salir como lo hice. Mi misión estaba completa, mi insignia entregada, mi pistola descargada y la gabardina colgada. El sombrero olía a hollín de pistolas y mis manos vibraban por el repique de las armas y los volantes de vehículos conducidos siempre a máxima velocidad. Sonreí al verle la cara a mi esposa. Lloré al escuchar a mi hija recibiéndome. Entré tranquilo a mi hogar y antes de cerrar la puerta, me pareció ver a un pequeño pasar corriendo por la vereda. Los niños podrán volver a crecer sin peligro, me dije.

Nos distanciamos después de todo. Q. era el único que mantenía comunicación conmigo hasta hace unos años atrás. Creo que nos dimos cuenta que sólo el departamento y los casos nos volvían a reunir. Ni el aniversario número 100 de la estación nos motivó a vernos las caras otra vez.

Después de varios años también, una vez crecida mi hija, comencé a escribir estas historias de recuerdos y hechos que quise compartir. Comencé a trabajar en casa y vi crecer a dos hijos más. Pensé que a mi edad ya no me daría el cuero, sanamente hablando. Y me di cuenta a su vez que hacer el amor con la persona que siempre has amado es mejor cuando ha pasado el tiempo y te crees el cuento de viejo.

Olvidé casi también mi propio nombre. Horacio. Creo que jamás lo había dicho. Quentin, Dimitri, Bernardo y Paz, mis acompañantes, mis amigos. El pequeño de la estación se llamaba Mauricio. Kenny, el jefe y amigo a la larga. Mi esposa Victoria y mis 3 hijos, Gabirel, Gaspar y Martina. Y la ciudad, bueno ese es un nombre que solamente conoceré siempre como Puerto Nohelí. Mi hermana Sabrina y mi cuñado Tomás, después de la pérdida de mi sobrina en el hospital, siguieron adelante y adoptaron finalmente. A veces aún visito la tumba de la pequeña que no sobrevivió al venir al mundo y aún creo que pude haberla disfrutado.

Tengo un par o un poco más de historias para contar. Y creo que mientras pueda seguir fumando, trataré de hacerlas circular más seguido. Por ahora los dejo con esto, no es mucho y lo sé, pero sé que saber de mí, les va a gustar. Salud.

Sunday 2 September 2012

El sueño de un viaje.

Me despierto apoyado en una ventana que me muestra el pasar de un bosque gigantesco sin márgenes ni límites a un costado de una carretera a la cual nombraré "mi norte", pero se entiende que geográficamente y acompañado de una rosa de los vientos, voy con dirección al sur. Al menos, eso parece.

Llevo un libro en mis piernas el cual parece contener una historia llena de mis pasajes y memorias, pero yo no soy el protagonista. Sin embargo, lo tomo y lo leo como si no conociera nada de su contenido, con leves interrupciones para disfrutar del paisaje que cada vez se va poniendo más verde y más húmedo. Más lejano de mi casa y más cercano a mí mismo.

Siento que he viajado mucho en un momento. No me duele nada, ni me incomoda la posición en la que voy, pero sí me complica moverme ya que a mi otro costado llevo a una persona durmiendo tranquilamente apoyada en mi hombro izquierdo. Es una mujer.

De contextura pequeña, labios pálidos y ojos descansados. Clara de piel y cabello semi largo. La conozco. Vive en mi mente tanto como otras personas. Pero ella ganó otro espacio además del que ganó en mis recuerdos.

Sin ánimos de despertarla sigo leyendo el libro que me tiene envuelto en un contexto de cariño y mucha nostalgia. Se siente como si se hubiese vuelto un diario de vida, o un periódico lleno de detalles que tengo presentes, pero de vez en cuando es bueno recordarlos con esas características para no olvidarme de mis experiencias, mis errores, mis logros y la gente con la que he compartido cada una de estas cosas.

Vuelvo a mirar hacia afuera y noto que estamos cerca de mi norte. Han pasado horas probablemente y mi corazón se acelera. Miro también nuevamente a mi compañera de viaje y noto que ya no duerme, a pesar de que sigue apoyada en mi brazo. Me mira con sus ojos grandes, me sonríe reconociendo también que estamos cerca y cierra los ojos para descansar el último tramo.

Se nota por la claridad que aún es de día. Probablemente una hora cercana a las 2 de la tarde. No tengo hambre ni sueño y creo haber estado despierto desde muy temprano.

Ya llegamos. El bus se detiene en un paradero de madera mojada en la mitad de la carretera que parecía ser una recta infinita al mirarla hacia ambos lados. Tomo mis cosas y la chica que me acompaña decide separarse de mí un momento para comprar cosas. Yo me adelanto por el sendero que dibuja el bosque que tengo al frente mío. Camino y el frío me abraza. Voy con ropas livianas, pero no me molesto en abrigarme.

Cada paso que doy es un alivio más, y mientras levanto la cabeza, la luz del sol se cala entre las ramas de los  árboles que componen el bosque. Miro hacia atrás y veo la silueta de ella. Viene sonriente. Me siento afortunado y agradecido de tenerla ahí conmigo. La espero y seguimos caminando juntos.

El final del sueño es de nuboso recuerdo. Sólo sé que estamos en una cabaña en el medio de la nada. Estamos cocinando y hay fuego en una salamandra. Sobre una alfombra yace el libro que traía en el bus. Está cerrado y con la contraportada hacia arriba, lo cual me hace sentir que la historia está terminada.